jueves, 30 de enero de 2014

La razón y las pasiones

El hombre es un ser racional; esa razón le lleva a plantearse cuestiones sobre otros aspectos de él mismo, tales como su aspecto sentimental y pasional: ¿Somos más racionales que pasionales? ¿Qué relación debe darse entre la razón y la pasión?  

Estas cuestiones han sido tratadas por filósofos como Aristóteles o Hume.

La razón es la facultad en virtud de la cual el ser humano es capaz de pensar. Nace a partir de la concepción del pensamiento humano. La pasión nace, si bien de la mente humana, también así de las sensaciones y de las necesidades.

La interacción entre ellas se presenta complicada; se puede observar el límite de la razón en el momento en que una pasión genera un sentimiento de obsesión que impide razonar, llegando a hacer al hombre esclavo de algunas de sus pasiones. Por lo tanto, la razón frena la pasión y viceversa.

De este modo, la relación entre razón y pasión adquiere, por lo general, la forma de un conflicto en el interior del ser humano, un dualismo desgarrado que el filósofo B. Pascal, enunciaba de esta manera:
"Guerra intestina entre la razón y las pasiones. Si hubiera solamente razón sin pasiones... Pero al haber lo uno y lo otro, el hombre  no puede sino estar en guerra. Únicamente le es posible estar en paz con lo uno a costa de estar en guerra con lo otro: de este modo, siempre está dividido en oposición a sí mismo".

Por el contrario, un equilibrio entre ambas sería beneficioso para el ser humano, ya que una debe ser complementada por la otra.

Por ejemplo, la acción de los bomberos al salvar vidas constituye una pasión beneficiosa guiada por una razón acertada.

Un individuo únicamente racional no sería capaz de elaborar una opinión sobre un tema, ya que no tendría interés en ello, ámbito que pertenece a los sentimientos. Del mismo modo, alguien centrado únicamente en los sentimientos no podría exponer de manera objetiva.

A la luz de lo expuesto, podemos concluir que la razón necesita de la pasión; al igual que la pasión necesita de la razón. Debemos mantener un equilibrio entre ambas, de modo que tengamos la capacidad de opinar sobre un tema basándonos en datos objetivos.